martes, 21 de febrero de 2012

¡USTED DEBE APRENDER A DELEGAR!




Muchos ejecutivos talentosos y con alto conocimiento de su negocio no son capaces de realizar el gran cambio de transfor­marse de «hacedores» a «delegadores», inhibiendo así su pro­pio desarrollo y promoción.

La forma más segura de que un ejecutivo fracase en su carrera es rehusarse a aprender cómo, cuándo y a quién delegar su trabajo. Uno de los más grandes y comunes males de las empresas tradicionales es justamente contar con ejecutivos «todistas» que nunca tienen tiempo para culminar sus activi­dades: andan desfocalizados en sus prioridades y siempre están preocupados por cada uno de los detalles que suceden alrededor de ellos.

Mientras más alto un ejecutivo avanza en su carrera, menos tiempo tiene para dedicarse a labores más específicas. Mien­tras más alto se llega, más tiempo hay que invertir en planifi­car y dirigir. Las decisiones, para que sean efectivas, tienen que ser hechas al nivel más cercano de su ejecución.

Una de las principales razones por las que los ejecutivos fallan es su inhabilidad para delegar correctamente. La delega­ción no es más que una técnica que se puede aprender, pero requiere de mucha práctica para ver sus beneficios. Un delegador exitoso puede duplicar, o triplicar su productivi­dad. Alguien que no delega suele trabajar frenéticamente hasta altas horas de la noche, almuerza donde puede, es subjetivo y por lo general no es efectivo.

El buen delegador tiene tiempo para trabajar y tener una vida personal, labora de manera efectiva, desarrolla a su gente y mira la vida con mayor objetividad. El principio clave es aprender a trabajar más inteligentemente.


 
¿Cuán bien delega usted?

La siguiente lista de preguntas es representativa para entender nuestra ca­pacidad de delegación.

Si sus respuestas son «sí» a cuatro o más de estas preguntas, entonces deber mejorar con rapidez su capacidad de delegación, si quiere comenzar a ser exitoso. 



1.      ¿Es perfeccionista? ¿se siente orgulloso de serlo?
2.      ¿Lleva trabajo a su casa con regularidad?
3.      ¿Trabaja más horas que sus subordinados?
4.      ¿Invierte tiempo haciendo el trabajo de otros?
5.      ¿Muchas veces desea estar más tiempo con su familia?
6.      Cuando regresa a la oficina, ¿tiene muchos pendientes?
7.      ¿Todavía mantiene su influencia en el trabajo que hizo antes de su última promoción?
8.      ¿Lo interrumpen muchas veces con preguntas o pedidos?
9.      ¿Puede mencionar rápidamente sus tres principales obje­tivos de trabajo?
10.  ¿Invierte tiempo en detalles rutinarios que otros pudie­ran hacer?
11.  ¿Le gusta mantenerse informado de todo lo que pasa en el trabajo?
12.  ¿Se encuentra corriendo cuando se aproxima el fin del plazo de una tarea?
13.  ¿Se siente incapaz de focalizarse en las prioridades claves?
14.  ¿Se siente que ha sobre trabajado?
15.  ¿Es difícil para usted aceptar ideas ofrecidas por otros?
16.  ¿Atrae seguidores o líderes?
17.  ¿Da instrucciones extremadamente detalladas a sus subordinados?
18.  ¿Cree que los ejecutivos de más nivel deberían trabajar más?
19.  ¿Hace reuniones de trabajo todos los días?
20.  ¿Se preocupa porque alguno de los empleados no vino a trabajar?

Hace muchos años asistí a un seminario sobre la gestión eficaz del tiempo. Allí pude entender con claridad que muchos de mis problemas de falta de tiempo se debían a la falta de delegación. 

Cuando regresé a la oficina esta­ba muy comprometido en efectuar algunos cambios. Llamé a mi secretaria y listé cada ítem que tenía sobre mi escritorio desde la semana pasada: llamadas, memos, e-mails, pedidos de reportes, documentos a firmar, etcétera. Hice una evaluación de la impor­tancia de cada uno de ellos y me pregunté si podía delegarlos y los derivé a quienes po­dían hacer cada trabajo.

La reacción fue en un inicio confusa para muchos. Hubo discusiones, pero al final cada tarea fue delegada y efectivamente manejada. Para mi sorpresa, muchas de ellas se hicieron mejor de lo que yo las hacía.

Este even­to cambió mi modo de pensar sobre mi pro­pio trabajo y cómo hacerlo más efectivo.
          
¡Delegar es el arte de obtener cosas a través de otras personas!
                                                
¡La ineficacia en la delegación ocasiona enormes costos a las empresa!


Por: Manuel Ponce

                                                            

1 comentario:

  1. Un buen administrador es el que sabe delegar funciones. Sólo una corrección ortográfica profe, en la pregunta 1, Ud. Coloca "serio?" y es "serlo?". Daniel Garcia

    ResponderEliminar